Fernando Dueñas Ramirez
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Grand Cru, una joya gastronómica, destaca especialmente con su exquisito Filete Wellington, una obra maestra culinaria que encapsula la perfección en cada bocado. Este plato emblemático demuestra la dedicación del chef para elevar la experiencia gastronómica.
El Filete Wellington de Grand Cru es una sinfonía de sabores y texturas, con un filete de carne magistralmente sellado en una capa de hojaldre dorado a la perfección. El resultado es una fusión de jugosidad, ternura y un toque crujiente que deleita los sentidos.
La presentación del Filete Wellington en Grand Cru es una exhibición de habilidad artística, cada detalle cuidadosamente dispuesto en el plato. El acompañamiento, elegido con precisión, realza los sabores de la carne, creando una experiencia completa y satisfactoria.
Este plato emblemático, un verdadero tributo a la cocina clásica con un giro contemporáneo, encapsula la esencia de la excelencia culinaria en Grand Cru. Para los amantes de la gastronomía, el Filete Wellington de este restaurante se convierte en un "must-try", una experiencia inolvidable que define la exquisitez de este establecimiento único.
Es un chico y lindo restaurante, la comida en general es muy rica.
Cómo muy buena opción de entradas esta la burrata, el queso de cabra y el betabel, aunque la sopa de cebolla también vale la pena. De plato fuerte el wellington es la especialidad, también la costilla está exquisita, súper jugosa y se deshace. La hamburguesa es buena pero el trufado es muy intenso. Para cerrar con broche de oro fue el cheesecake con caramelo y la combinación de sabores y texturas realmente es muy rica.
Sin consumir alcohol se gastan aproximadamente mil pesos por persona.
Muy buen restaurante francés. Elegante y de mantel blanco (que es bueno verse en la ciudad de Monterrey ya que muy pocos manejan esa cultura gastronómica.) El pollo es lo mejor de ahí. Gran comida, postres y selección de bebida.
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