Este restaurante no le pide nada al Pujol, pero comes por 1/15 de allá. Quedé muy impresionada con este lugar de comida típica duranguense, sin excentricidades, con sabor a casa; recetas tradicionales pero para muchos novedosas, curadas por la dueña; ingredientes artesanales y una pasión por rescatar los platillos prehispánicos de la región. El servicio maravilloso, llegamos 5 minutos antes del cierre y aún así nos recibieron y fuimos atendidos por el dueño, que nos explicó su cuidadosa selección de ingredientes y proveedores, además de detalles de las recetas. Soy de fuera y me llevo un grato sabor de Durango.
Comida tradicional duranguense, se esfuerzan en recoger las formas típicas y originales de cocinar de las abuelas.
El sazón es muy bueno, probé el caldillo te lo sirven con frijoles en bola deliciosos y tortillas. Las salsas muy buenas también aunque una extremadamente picosa!
Ojo que se batalla para estacionar, dando la vuelta en la esquina algunas veces hay espacio.
El lugar por dentro no es muy grande tienen unas 7 mesas en total!
Un lugar cómodo en el que se concentran los deliciosos sabores de la cocina duranguense.
Desde las tortillas hasta los postres, todo es una maravilla culinaria acorde a los precios.
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