Visitar Allium ha sido una experiencia culinaria inolvidable en múltiples ocasiones, tanto en comidas como en cenas, que siempre logran dejar una impresión duradera. Desde el momento en que uno pone un pie en el establecimiento, el servicio acogedor y genuino te envuelve en un abrazo de bienvenida, manteniendo una presencia amable y atenta a lo largo de la estancia. Lejos de cualquier presión, el personal se dedica a recomendar platos de manera honesta, ajustándose a la cantidad adecuada según el número de comensales, algo que personalmente valoro enormemente.
La experiencia culinaria comienza con un destacado pan de la casa y se extiende hasta llegar a los postres, cada plato es una demostración de maestría en la cocina. Me resulta difícil entender las críticas que se centran en la textura o la complejidad de los platos de alta cocina, como si todos los días cenaran en lugares de renombre como Pujol o Quintonil. Parece que hay quienes se empeñan en demostrar su conocimiento culinario o su estatus social a través de sus opiniones, influenciados quizás por programas como Chef's Table, que han creado una generación de críticos gastronómicos amateur. En mi experiencia, Allium destaca espectacularmente, ofreciendo una relación calidad-precio extraordinaria.
Cada visita revela la meticulosa atención al detalle del chef, desde las entradas hasta los platos fuertes y los postres, todos caracterizados por una mezcla distintiva de sabores que sorprende gratamente. En nuestras visitas en diciembre y enero, mi esposa y yo quedamos encantados, al punto de que ella lo ha declarado su restaurante favorito en Guadalajara, una opinión que comparto sin dudar. El ambiente acogedor, junto con la excepcional calidad de la comida, convierte a Allium en un lugar al que anhelamos regresar a la primera oportunidad.
La comida está muy bien preparada, los ingredientes de excelente calidad, el sazón "de chef" las porciones de niño. El servicio amable y atento. El ambiente sencillo, un tanto ruidoso por que la mayoría de los comenzales estaban en la terraza y la música estaba muy fuerte para las personas que estaban dentro del local. En general el ambiente es familiar y se come bien. Y si eres de buen comer debes pedir varias entradas y un par de platillos principales.
El lugar, es bueno a secas, al tener la carta tan limitada es difícil elegir algo, aparte literal iba por el pato que tienen en el menú digital y me dijeron que ya no lo manejan, dejo que desear algunos platillos, y no es nada extraordinario, así mismo, si te quieres estacionar en la plaza donde está, es un show por que luego el vigilante desaparece y tarda en abrirte.
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