Tenía muchos años que no regresaba, desde su otra ubicación.
La atención es justa, nada extraordinaria.
El lugar está coqueto, casa acondicionada, limpia, coquetona, con música que permite platicar.
El menú es amplio.
Pedimos una crepa de manzana muy buena.
Otra crepa de plátano, cajeta y nuez, buenísima aunque la masa es pesada.
Y un capuchino enorme pero muy bueno.
Cuentan con mesas dentro y fuera pero el viento nos obligó a meternos.
Aceptan tarjeta.
Parking puede ser muy complicado por la zona residencial y comercios.
Precios promedio a altos.
Primera vez que voy. El ambiente es agradable; escogimos comer afuera y hay un árbol lo suficientemente alto que dar sombra (perfecto para ahora que es verano). Pedí una crepa dulce “Lunita”, pero se les había terminado la mermelada de lingonberry así que la sustituyeron con fresa.
Las porciones están bien, y en el caso de bebidas calientes ofrecen una buena opciones de sustitutos de leche.
Muy buen sabor de las crepas y el cafe
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